Publicado: 28/05/2014 - Actualizado: 21/09/2017
Autor: K. Laura Garcés
Todos hemos dicho mentiras alguna vez. Y al decirlas, tratamos de engañar a la otra persona, haciéndole creer algo que no es. Hay mentiras de muchas intensidades, desde mentiras “blancas”, cuando decimos cosas como: “No puedo ir, porque tengo que ir con mi abuelita.” Y nos quedamos a ver la tele. En este caso no dañamos prácticamente a nadie pero a final de cuentas dijimos algo que no era.
Hay mentiras que pueden tener consecuencias más fuertes, como cuando le decimos a nuestra pareja, amigos o papás que vamos a alguna parte y vamos a otra, o cuando salimos con alguien más a escondidas de nuestra pareja y le decimos otra cosa.
Hay mentiras que son más trascendentes, como las mentiras que dicen algunas personas para aprovecharse de otras u obtener algún beneficio de ellas, o para manipular una situación a conveniencia o favor de uno mismo sin tomar en cuenta a los demás.
Causas por las que decimos mentiras
Decimos mentiras por varias causas:
- Para no tener que enfrentar algo que no queremos escuchar.
- Para no provocar reacciones que no nos gustan en los demás.
- Por miedo a ser castigado, rechazado, rezagado, etc.
- Por miedo a no salirnos con la nuestra.
- Para obtener lo que queremos cuando no lo conseguimos de otra forma.
- Para sentir que tenemos poder cuando no lo tenemos.
- Por inseguridad.
- Por falta de amor y valor propio.
Aunque la mentira no está ni bien ni mal, realmente si tiene consecuencias en nuestra vida. La mentira es, a final de cuentas, un velo con el que intentamos tapar algo. Las personas muy mentirosas son por lo general muy inseguras y viven en función de la imagen o dependen de la aceptación ajena. Cuando nos importa demasiado lo que opinen los demás de nosotros, o cuando no tenemos una imagen clara de nosotros, o cuando somos inseguros para enfrentar a los demás, entonces diremos mentiras para tratar de componer lo que sentimos esta “mal”, o para que nuestro verdadero Yo no sea descubierto.
Si decimos mentiras o tenemos personas a nuestro alrededor que son mentirosas, lo primero que podríamos hacer es no juzgar al otro ni juzgarnos como que estamos haciendo mal. Esta actitud solo causa rechazo, enojo y no ayuda a resolver nada.
Más bien habría que explorar y preguntarnos:
¿Por qué digo mentiras?
-
MAS EN VIVIR SABIAMENTEDIENTES y MUELAS débiles o enfermas: secreto para curar dolor, fortalecer y sanar a raíz
¿Qué pasaría si digo lo que en realidad sucede?
¿A qué o quién le tengo miedo?
Cómo actuar frente a las mentiras
Un buen ejercicio es observarse uno mismo diciendo la verdad en alguna situación donde se haya mentido. Hay que observarse bien y detectar todas las reacciones, si hay miedo, si hay vergüenza, si hay culpa o confusión.
En el caso de los niños, es muy importante no rechazarlos ni castigarlos. Justamente este es un motivo por el que las personas dicen mentiras: por miedo al rechazo, al juicio o al castigo.
-
MAS EN VIVIR SABIAMENTEAyudar a sanar a los demás: ¿se puede?
A los niños también se les debe ayudar con preguntas y respuestas, si se les observa diciendo mentiras, no hay que reaccionar con rechazo, más bien preguntarle explorar porque no puede decir la verdad, o decirla nosotros, si la sabemos sin juicio ni castigo.
Por ejemplo:
«Ya se que le pegaste a tu hermanito, pero me gustaria saber porque lo hiciste.»
«Me dijo tu maestra que le quitaste a tu compañero su cuaderno. ¿Por qué se lo quitaste? ¿Cómo crees que se sintió el cuando no lo encontró? ¿Cómo te hubieras sentido tú? ¿Que podríamos hacer para que no se te olvide tu cuaderno?», etc.
Cuando reflexionamos el por qué decimos mentiras, nos ayuda a sentirnos más claros y seguros de nosotros mismos. Debemso tener siempre en cuenta que bien podemos engañar a todo el mundo, pero no a nosotros mismos.
Acerca del autor