Publicado: 19/01/2016 - Actualizado: 21/09/2017
Autor: K. Laura Garcés
“No debí.”, “¿Qué hice? ”, “No sé cómo no lo valoré”. “Me siento muy mal”. Todos hemos alguna vez hecho o dicho algo que después nos causó culpa o remordimiento. Y a veces pasamos un buen rato culpándonos y reprochándonos lo que sucedió, nos ronda en la cabeza la situación del pasado, no podemos despegarla de nuestra cabeza, las imágenes de lo sucedido nos disparan una sensación fuerte de rechazo y desaprobación que nos puede hacer sentir en verdad muy mal, muy enfadados con uno mismo.
A veces, la culpa es tan fuerte que no deja dormir, distrae de las labores, de la escuela y el trabajo, nos hace tomar decisiones “raras”, a veces se sienten ganas de huir, de alejarse, pero a veces también se sienten fuertes ganas de acercarse y dar muchas explicaciones a la persona que sentimos hemos causado daños u ofensas. Y si no logramos componer la situación o logramos calmar la ansiedad que provoca el sentimiento de culpa, puede incluso irse el hambre, el ánimo. Algunas personas pueden usar alcohol, fumar o incluso usar drogas para olvidarse del dolor que provoca la culpa y el remordimiento.
¿Se puede cambiar el pasado?
Si. El pasado puede cambiarse. ¿No lo crees? Pues así es. No tendrías que estar sufriendo por lo que has hecho, por lo que alguien te ha reclamado o por lo que no pudiste hacer. Lo que necesitas es simplemente cambiar el lugar desde donde estas observando las cosas, y empezar a convertir esas piedras grises en el costal de tu corazón, en algo más noble y brillante.
Cambiando el pasado
Observa la situación que te tiene con culpa o remordimiento. Cuando la observas, sientes dolor y esa sensación de auto castigo: Piensas “No debí”, “Por mi culpa” “Como no fui más atento… más comprensivo” “Tiene razón. Fui un desconsiderado”. Y agachas la cabeza reprobándote.
Pero la pregunta ahora es: ¿Y por qué no debiste?
Quizá estés pensando que causaste daño, alejamiento o un resultado que no deseabas. O no fuiste o diste suficiente. Y eso te duele. Pero ¿sabes que es lo que te causa el dolor realmente? Que la imagen de ti mismo se debilitó o deterioró. Tu ego recibió un golpe bajo.
A veces se pierde la admiración, respeto o gusto de la otra persona por estar a tu lado. Te duele perder lo que te importaba y todo por haber reaccionado “así”. Muchas personas que sienten fuerte culpa viven en función de su imagen. Para ellos es muy importante lo que piensan los demás de sí mismos, lo que ven en ellos. Viven en función de los demás. Quizá sientan a veces que hacen muchas cosas por alguien, se esfuerzan demasiado por “que me vean”, buscan admiración y necesitan desesperadamente atención. Y cuando los demás no responden ante sus expectativas, y no los ven tan grandiosos o les prestan la atención debida, empiezan a enfadarse, a veces silenciosamente, aguantan y soportan, porque creen eso es lo correcto, “así me querrán más”, “así pensaran que soy comprensivo”. Pero no es así. Solo están aguantando, esperando en el fondo obtener lo que necesitan: atención.
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No poderse contener
Un día no pueden controlarse más y ese “Necesito: dame” que estaba disfrazado, negado o muy controlado o razonado, se convierte en muchas actitudes, reacciones y palabras que empiezan a desbordarse de formas hirientes y violentas. Necesitan tanto del otro que llegan a ofenderle, a reclamarle severamente, a hacerle incluso daño porque estos no responden ante sus expectativas y fuertes necesidades. Luego del desahogo, de los reclamos y demás, llega la culpa. La imagen que realmente se quería ser o tener ante lo que nos importa, se desmoronó.
Cuando no le di lo suficiente…
En otros casos, la culpa puede provenir de situaciones donde no notamos, en su momento, algo que sentimos debimos valorar más, darle atención, considerarlo más. Este tipo de culpa o remordimiento por lo general viene cuando perdemos algo que estuvo dándonos algo valioso pero no notamos hasta sentir su ausencia, y entonces se ven cosas importantes y valiosas que nos aportaba algo o alguien y empezamos a pensar “¿por qué no le di más? Esta culpa sucede por no poder haber dado o hacer más.
¿Y cómo cambiar el pasado entonces?
Da la vuelta al problema: pregúntale a eso que hiciste: “¿Qué me estas enseñando?” “¿Qué es lo que tengo que aprender de todo esto? ¿Por qué me siento tan mal conmigo mismo?”, “¿Por qué me desapruebo y rechazo tan severamente?” ¿De dónde aprendí a tratarme así, a verme de esta forma?”.
Cuando te preguntes esto y te contestes “He sido yo quien creó esto, porque necesitaba aprender a ver lo que realmente sentía, a ver la forma en cómo me siento realmente respecto a mí mismo”, entonces empezaras a tener más consciencia de tus acciones, y empezaras a dejar de ser la víctima para ser el que está generando todo eso en su vida, con la finalidad de aprender y evolucionar.
Hay que observar que uno se genera todas esas situaciones por una necesidad de entenderse mejor, de darle un nuevo valor a las cosas, de dejar de ser la víctima y observar tus verdaderas intensiones. La intensión es una parte importante. Observa cuales fueron tus verdaderas intenciones. Quizá nunca quisiste lastimar o dañar a alguien, ni restarle importancia o atención. Y si somos objetivos, a veces el otro también necesitaba esa experiencia para aprender. Así que, bajo los ojos del aprendizaje y el amor, lo que hiciste estuvo perfecto si te ayuda a crecer. Es como haberte equivocado en un juego de vídeo. En un juego de vídeo no hay culpa. Aprendes, te fortaleces con el error, y vuelves a empezar con más habilidades y conocimiento.
Y es entonces que el pasado empieza a convertirse en algo en verdad valioso, porque te hace una persona distinta y mas profunda y consciente. Si creces con lo que has vivido, el dolor, la culpa y el remordimiento te dejaran. El pasado habrá cambiado… ¿lo ves? Ya no eres la víctima, sino el creador de lo que vives. Y esto te da el poder de transformarlo.
Así que puedes optar por seguirte reprochando o por alzar tu cara y decir: “a la luz del tiempo, ¿de qué sirvió esto que hice? ¿Será tan importante como para mantenerme rezagado el resto de mi vida?” “¿Será que voy a convertir lo que hice en un obstáculo, o en un empuje a lo que deseo?” Entonces obtendrás sabiduría de lo que vives.
No te reproches: crece. No te sientas culpable: aleja lo que te hace dudar de ti mismo. Y si crees que eres despreciable y que no mereces perdón ni consideración, así será. Y si crees que no vales lo suficiente, asi será. ¿Lo ves? Tu lo estas creando. Y cuando escuches reproches de los demás o veas sus actitudes frías y despiadadas hacia ti… ¿qué estas viendo realmente? Lo que ves es lo que provocó todo lo que ellos esperaban de ti. Es decir, estas viendo su desilusión. No te aman como eres, estaban esperando que fueses algo que no eres, estaban esperando que les dieras algo que no les diste. Su inseguridad los lleva a tener esas actitudes y a decir esas palabras, y a alejarse de ti. No saben como amarse ni como amarte, y no saben que hacer con sus y tus inseguridades. Así que mejor se van. Estaban enamorados de la imagen de lo que esperaban tu fueras, no estaban enamorados de ti.
Asi que cambia hacia lo nuevo. No te destruyas con pensamientos de reprobación. Deja de castigarte y los demás dejaran esas actitudes frías y hostiles hacia ti. Cambia. No importa lo que los demás piensan de ti, ni como te ven. Lo que importa es lo que tú piensas de ti mismo, y como te ves. Ahí está el cambio. Hazlo ahora. Observarte en ese momento que te provocó culpa, y observa que las reacciones que provocaste, las cuales mucho tienen que ver con que tú te sientes justo así: insuficiente. Nadie te esta reprochando nada, tu lo haces contigo. Tú eres quien se avienta las piedras.
Pero si te levantas y dices: “Si. He aprendido. Gracias por mostrármelo. Agradezco este momento. He crecido.”
Entonces… ¿Qué pasa con el pasado? Así es. Que pasa. Ya no te tiene atorado porque ha cambiado en algo que te empuja a crecer.
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